jueves, abril 05, 2007

Angel de colamina


Soy un ángel de colamina, el as de espadas en la mano del demonio: el látigo, el azote de los nudos que atan los sentimientos en el alma de los desesperados, y desde que me compré una moto enorme, gigantesca, de super-acojonante cilindrada, no paro quieto ni un solo minuto.
Alejandra, mi novia, ha comprado otra moto muy parecida a la mía. No obstante, yo tengo trucado el traga-carburador y no es capaz de ponerse a mi altura. Cuando salimos a la carretera, la miro por debajo de la viserilla del casco, le guiño mi precioso ojo brillante y gris plateado, hago el gesto de jódete morena con el pulgar vertido hacia abajo, y acelero por en medio los torpes turismos que inundan la nacional. Por el retrovisor, la veo venir haciendo eses, agachándose sobre el depósito de su máquina, y aunque no le veo la cara, imagino su rictus cabreado al tiempo que retuerce la manilla…Y vuelo, vuelo por la meseta a doscientos cincuenta, doscientos sesenta, doscientos setenta kilómetros por hora, cortando el aire como si fuera una línea incandescente sobre la superficie de un planeta, la vibración de la cuerda de una guitarra loca.
El astro Sol, a lo lejos, se oculta ante mi presencia, se esconde tras la montaña, y el ruido atronador del tubo de escape inunda la noche oscura de mi alma hasta reinar en solitario sobre todos los grillos del universo. Freno, decelero hasta detenerme, y aparco a la viera del asfalto, sobre la crujiente gravilla del arcén. Me quito el casco y saco un cigarro rubio del fondo del bolsillo de la cazadora. Lo enciendo, aspiro, y fumo. Las virutas de humo se elevan en el aire dibujando una clara grieta sobre la negra noche. No se donde estoy ni me importa. Tres, cuatro, o cinco horas de velocidad imposible, y quizás me halle en Francia, o en Inglaterra....
No obstante, ella me encontrará.... En la ciega ira de su tempestad, me verá, y dará conmigo. Alejandra es así, imperturbable, invencible, indomable... la cruz que se clava más y más en mis entrañas.
Tiro la colilla, y la veo, la veo venir.... Es ella convertida en lejana luciérnaga antes de deslumbrar la negritud.
Me quito la ropa rápidamente: el mono, los pantalones la camiseta, los mocasines de goma.... y desnudo, sobre la fría superficie del asfalto, me coloco sobre la discontinua línea del medio de la carretera y levanto los brazos como si fuera un náufrago perdido en el océano...
Aquí, aquí, grito con fuerza. Sin embargo, ella no se detiene, no reduce ni un gramo la presión de su mano sobre el acelerador y pasa rozándome con su bólido. Me doy la vuelta, y la veo desaparecer... en la noche. La lucecita roja de su piloto trasero acaba feneciendo tras una lejana colina. Maldigo su desvergüenza, su carácter rugoso y cruel, y me subo en mi moto enorme, gigantesca, de super acojonante cilindrada.... Me olvido de mi desnudez y hasta del casco: El ángel de colamina vuela sobre la carretera y persigue, iracundo, a su demonio. Primera, segunda.... quinta, sexta... Las revoluciones convierten el gorgoteo en un afilado rugido sin fin, y mis dientes se muerden entre si...
Allí está. Ya la veo. Alejandra ha reducido su velocidad. Quiere jugar conmigo, que me acerque un poco.... Ajá. Tenía razón. Ahora que me ha visto acelera. Adelanto un camión trailer, adelanto otro camión trailer, y la pierdo.... Miro por el retrovisor y la veo. Se ha escondido tras el remolque de uno de los Volvo, y, sibilinamente, se me ha pegado por detrás, a mi estela.
Cuando veo que está lo suficientemente cerca, freno de golpe, y ahora si, me embiste con su moto, lanzándonos a ambos por entre las estrellas y hasta acabar en el fondo de un barranco.
Y así, antes de morirnos, antes de convertir nuestras motos en simple chatarra, me pego a Alejandra en el aire, la abrazo por última vez, y sus ojos, en cuyo iris se refleja la Luna, me sonríen bajo la viserilla de plástico fino.....

1 comentario:

Dr. Krapp dijo...

Amor Fou, amor loco, amor tolo, amor más allá de la muerte, amor en la muerte, amor que desafía a la muerte. Me acuerdo de aquella película de Cronenberg, Crash, donde los personajes tenían una fijación morbosa por el sexo y el amor en medio de los accidentes de tráfico.
Hai xentiña para todo